Reflexiones de la Carta de Santiago (2,1-5) y el Evangelio según San Marcos (7,31-37)
En la lectura, de la Carta de Santiago, escuchamos a las palabras “Hermanos: Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos.” Si vamos a seguir Jesucristo, tenemos que preguntarnos mismos; ¿Con qué frecuencia prejuzgo a alguien por la forma de su ropa o manera de hablar o basada en el color de su piel. ¿Como doy la bienvenida a los marginados, los pecadores, los rechazados en la comunidad parroquial? Es un reto, todos tenemos prejuicios y preferencias. Por eso tenemos que echar un vistazo bien a estos prejuicios que se presentan en nuestros corazones y tratar de reflexionarse como podemos abrirlo a lo que necesitamos cambiar.
En el Evangelio de yo noté que Jesús apartó el hombre sordo de la gente. Me imagino que la gente no era muy compasiva y probablemente estaban burlando del hombre sordo y a Jesús. Probablemente la gente dudaba de la capacidad de Jesús. Entonces Jesús llevó al hombre sordo un poco distancia, donde podría mostrarlo el amor y compasión de Dios. Jesús dijo: "¡Effetá!" (Que quiere decir “¡Ábrete!"). Y después que abrió los oídos del sordo vemos en este pasaje cómo la multitud se convirtió. Después de que Jesús había sanado al hombre sordo, la gente proclamó lo que le pasó. También nosotros podemos tener una conversión de nuestro corazón si le permiten a Dios abrirlo. ¿Qué en nuestras vidas es Dios pidiendo que "se abra"?
En muchas maneras, Glenmary intenta seguir estas enseñanzas de las escrituras. Los Misioneros de Glenmary va a los lugares donde la Iglesia Católica no está establecido, donde la gente no tiene la oportunidad de escuchar la Buena Nueva, lugares donde no celebran la misa, lugares donde las personas son sordas de una manera, porque no pueden oír o mejor no tienen la oportunidad a escuchar la palabra de Dios. Vamos a los lugares donde la mayoría de gente no quiere ir. Glenmary camina con los pobres, los rechazados, los oprimidos, los marginados y tratamos de mostrar el amor y la compasión que Cristo nos enseñó.
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